Seito Sakakibara tenía 14 años y estaba perturbado, lleno de rabia y violencia. En 1997 en la ciudad de Kobe su furia asesina estalló: mató a una nena de 10 con una martillazo y a un amigo de 11 le cortó la cabeza. La justicia japonesa lo dejó en libertad a los 21 años
El 27 de mayo de 1997, una hora antes de que los alumnos de primaria entraran al colegio Tainohata, en la ciudad de Kobe, Japón, un celador descubrió algo horroroso. En la puerta de entrada del edificio había una cabeza empalada. Le faltaban los ojos y tenía la boca cortada de oreja a oreja. Cuando llegó la policía se descubrió que la cabeza pertenecía al alumno Jun Hase, de 11 años. Dentro de su boca encontraron una nota escrita con birome roja donde el asesino se identificaba como Seito Sakakibara: “Este es el principio del juego. Traten de pararme si pueden policías estúpidos… Deseo desesperadamente ver gente morir, es un desafío para mí cometer asesinatos. Se necesita un sangriento juicio para mis años de gran amargura”.La prensa, en estado de histeria por el sangriento caso, se equivocó al publicar el alias que el asesino se había puesto. Escribieron que el autor era Onibara en vez de Seito Sakakibara. Esto provocó la furia del adolescente que no soportó el error y volvió a mandar un mensaje amenazante: “De ahora en más, si leen mal mi nombre o molestan mi ánimo, mataré a tres vegetales por semana…. Y si creen que solo soy un asesino de chicos se equivocan”. Por vegetales se refería a seres humanos con capacidades diferentes, como lo había sido Jun. Además, desafiaba a la policía: “No iría tan lejos como para decirle a los policías que deberían arriesgar sus vidas, pero persíganme con más furia y determinación”. La carta coincidía con las otras y brindaba detalles que solo el asesino podía conocer.
Al principio de esta historia Sakakibara era llamado, por los medios de comunicación por su pseudónimo o como como Boy A (Chico A), para respetar las leyes de minoridad que imperan en Japón y que exigen no publicar el verdadero nombre de los menores criminales.